La vida me sale al encuentro,
no lleva cartel de bienvenida,
si acaso una hoguera de credos,
y la angustia de las despedidas.
Me quito ante ella el sombrero,
observarla desnuda intimida:
Me ha partido en dos los cimientos
dejando la certeza en ruinas.
La vida me sale al encuentro,
con sus grises, con sus sombras, sus heridas,
sus tropiezos, sus esquivos, sus lamentos…
Y yo dudo,
pero luego sigo erguida,
pues no pienso decaer en el intento.
Salgo presta a mi encuentro con la vida.
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