Alguno de esos días
en que confundo
la infelicidad con el aburrimiento
y salgo de viaje
con ese traje usado y viejo
de explorador de emociones fuertes
a la caza o descubrimiento
de un nuevo sentimiento oculto.
Alguno de esos días en que despeño
la soledad y el hastío,
y al sosiego
lo hago saltar por la borda
y viajo en libertad a velocidad crucero.
Alguno de esos días,
llega la tormenta
y con ella la maraña,
la herida, la bronca, el desconsuelo.
Supura la llaga y se acaba el vuelo.
Entonces vuelvo a casa
– cansada, desconcertada, contrita, rota –
y, SIEMPRE,
encuentro el abrazo
de aquel que quiero.
Leave a reply